. Creo que fue un periodo de transición entre el Imperio
Romano y el Renacimiento de las culturas clásicas en el siglo XV.Los monasterios preservaron dichas culturas hasta que se fundaron las
Universidades.
La Edad Media cambiará los términos de las
referencias antes planteados por el de la fe y que no serán abandonados sino
con el Renacimiento. Será Nicolás Maquiavelo, en El Príncipe, quien
desarrollará las ideas básicas de la comunicación política entre gobernantes y
gobernados.
La Edad Media, una etapa histórica que se considera
“oscura” para el devenir de las artes y de las ciencias, se caracterizaba por
un orden que emanaba de Dios y, por tanto, inmutable, en el que cada hombre
tenía unas funciones. Sin embargo, será a partir de las revoluciones burguesas
y de la alianza entre el pueblo y la burguesía cuando las clases populares
comenzaran a sentirse un sujeto político activo.
En la Edad Media, desaparecerá totalmente la esfera
pública y se asentará un régimen de publicidad representativa, en el cual la
nobleza dominante se contentaba con ofrecer al pueblo el espectáculo del
poder.
El siglo XVIII es el siglo vital en la conquista o en el
resurgimiento de lo que se denomina “espacio público”, sobre todo en Francia y
en Inglaterra. La clase burguesa, en ascenso en la Europa Occidental y en lucha
contra las prerrogativas del Estado Absolutista, logró crear un espacio de
debate entre el Estado y la sociedad civil.
Con las primeras revoluciones burguesas, se articula un
espacio público que ofrece a los ciudadanos la posibilidad de debatir y
discutir el ejercicio del poder estatal. Este debate estimuló el pensamiento
crítico y racional gracias a instituciones como los periódicos, los círculos
literarios y los cafés: “La publicidad políticamente activa no está ya
subordinada a la idea de una disolución del poder: más bien ha de servir al
reparto de éste; la opinión pública se convierte en una mera limitación del
poder.
A partir de entonces hay que procurar que ese poder más
fuerte no aniquile a todos los demás. La interpretación libera lista del Estado
burgués de derecho es reaccionaria: reacciona frente a la fuerza adquirida en
las instituciones de ese Estado por la idea de autodeterminación de un público
raciocinan te tan pronto como éste es transformado por la entrada de las masas,
incultas y desposeídas.
En este sentido, fue fundamental el papel de las casas de
café en Gran Bretaña y de los salones en Francia para el afianzamiento de unos
nuevos espacios públicos donde se discutía de diversos temas. El descubrimiento
de América, las guerras, las novedades literarias o las noticias cortesanas
eran los temas más comentados en estos lugares.
Al principio, estos espacios
eran bastante restrictivos para todos aquellos que no pertenecieran a la
aristocracia. Sin embargo, con el paso del tiempo se fueron abriendo y pudo
acceder la burguesía. Además, los asuntos políticos hicieron acto de presencia
en estos salones y casas de café.
Con las primeras revoluciones burguesas y el auge de la
prensa, el espacio público fue extendiéndose a amplias capas de la población.
Esto permitió que un cierto grupo de ciudadanos empezara a emitir sus propias
valoraciones sobre los asuntos de interés general.
La separación entre lo público y lo privado permaneció
por varios años a lo largo de la Edad Media, perdiendo gran parte de su
significación, pero no por completo.
En efecto, tras la caída del Imperio
Romano, la iglesia Católica ofreció a los hombres un sustituto a la ciudadanía
que anteriormente había sido prerrogativa del gobierno municipal.
La tensión medieval entre la oscuridad de la vida
cotidiana y el grandioso esplendor que presentaba y esperaba a lo sagrado,
corresponde al ascenso de lo privado a lo público en la antigüedad.
Al decir del historiador Slavery Barrow, “mientras
que cabe identificar con cierta dificultad lo público y lo religioso, la esfera
secular bajo el feudalismo fue por entero lo que había sido en la antigüedad la
esfera privada.
Su característica
fue la absorción, por la esfera doméstica, de todas las actividades y, por
tanto, la ausencia de una esfera pública”. El testimonio y legado de la
cristiandad, que marcó un hito en la historia de Occidente y que partió en dos
el transcurrir histórico, es decir, Antes y Después de Cristo, ahonda aún más
la brecha existente entre lo público y lo privado.
San Agustín, entre otros, es referente obligado para
incursionar en esta temática: “La moralidad cristiana, diferenciada de sus
preceptos religiosos fundamentales, siempre ha insistido en que todos deben
ocuparse de sus propios asuntos y que la responsabilidad política constituía
una carga, tomada exclusivamente en beneficio del bienestar y salvación de
quienes se liberan de la preocupación por los asuntos públicos”.
Ahora bien, la bondad en el sentido absoluto,
diferenciada de lo “bueno para” o lo “excelente” de la antigüedad griega y
romana, se conoció en nuestra civilización con el auge del cristianismo.
El famoso antagonismo entre el primer cristianismo y
la res pública, tan admirablemente resumido en la frase de Tertuliano
“nec ulla magisres aliena quam pública” (ninguna materia nos es más ajena que
la pública), se entiende como una consecuencia de las tempranas expectativas
escatológicas que sólo perdieron su inmediato significado cuando la experiencia
demostró que incluso la caída del Imperio Romano no llevaba consigo el fin del
mundo.