Teoría
evolucionista.
Lamarck
es el otro gran exponente del concepto evolucionista. Su teoría consistía en
que los organismos producen cambios biológicos para adaptarse al medio ambiente
donde habita. Cambios que ya vienen siendo heredados de sus ancestros.
Ellos se producen de una forma
automática por el uso y el desuso de sus órganos. Estos cambios adquiridos son
trasmitidos por herencia biológica a sus descendientes.
Estas mutaciones son cada vez más complejas y
se orientan a la perfección. Esta teoría ya es obsoleta, los hijos de los
físico culturistas no nacen como sus padres, sino normales (sin musculatura
desarrollada).
Si a un a padre le falta un brazo, no es que
su hijo va a nacer con un brazo menos. Naturalmente es una prueba irrefutable
que los cambios biológicos no se heredan genéticamente.
Los cambios que proponen tanto Darwin
como Lamarck, tienen un desarrollo desde lo externo hacia
lo interno, ya que el intercambio con el medio modificaría la simiente,
origen de la próxima especie, a través de las intervenciones externas.
Teoría
Creacionista.
Se
denomina creacionismo al conjunto de creencias, inspiradas en
doctrinas religiosas, según las cuales la tierra y cada ser vivo que existe
actualmente proviene de un acto de creación por uno o varios seres divinos
, cuyo acto de creación fue llevado a cabo de acuerdo con un propósito divino.
El creacionismo se destaca principalmente por los «movimientos anti evolucionistas», tales como el diseño inteligente cuyos partidarios buscan obstaculizar o impedir la enseñanza de la evolución biológica en las escuelas y universidades.
Según
estos movimientos creacionistas, los contenidos educativos sobre biología
evolutiva han de sustituirse, o al menos contrarrestarse, con sus creencias y
mitos religiosos o con la creación de los seres vivos por parte de un ser
inteligente. Por extensión a esa definición, el adjetivo «creacionista» se ha
aplicado a cualquier opinión o doctrina filosófica o religiosa que
defienda una explicación del origen del mundo.
Basada
en uno o más actos de creación por un dios personal, como lo hacen, por
ejemplo, las religiones. Por ello, igualmente se
denomina creacionismo a los movimientos pseudocientíficos y
religiosos que militan en contra del hecho evolutivo.
TEORIA EXTRATERRESTRE.
La teoría extraterrestre cuenta, en el caso
de Egipto, con todo género de indicios. Simplicio dijo que los habitantes de
este país conservaban observaciones astronómicas de los últimos 600.000 años.
Diógenes Laercio databa la antigüedad de los
cálculos astronómicos egipcios en unos 48.000 años y Marciano Capella decía que
estudiaron las estrellas durante 40.000 años. Pero, por supuesto, los
historiadores y egiptólogos oficiales no aceptan esto, como tampoco las
cronologías que remontan la lista de sus míticos regentes predinásticos a
aquella remota época.
La representación más espectacular del
firmamento egipcio está en el techo de una capilla del templo de Hathor Se
trata del famoso Zodiaco circular de Dendera. El notable egiptólogo y
hermetista R.A.Schwaller de Lubicz, demostró que en este zodiaco se encuentran
las pruebas de la antigüedad del santuario.
Consiste en dos círculos de constelaciones,
toscamente superpuestos, centrado uno en el Polo Norte geográfico y otro en el
real, el de la eclíptica, hacia el que señalaría el eje de la Tierra si no
oscilase.
El diámetro del zodiaco de oriente a occidente
cruza la constelación de Piscis, evidenciando que se construyó en la era regida
por esta constelación, hace más o menos 2.100 años.
Pero un par de jeroglíficos, en su
borde, insinúan la presencia de otro eje que pasa por el comienzo de la era de
Tauro, suceso ocurrido ¡más de cuarenta siglos antes!
Ello indica que los egipcios conocían la
precesión de los equinoccios (movimiento de los puntos equinocciales en virtud
del cual se anticipan un poco, de año en año, las épocas de los equinoccios) y
que la tradición religiosa mantenida en el templo de Dendera data de ¡cuatro
mil años antes de lo que hasta ahora se ha aceptado!.
Pero la hipótesis de visitas extraterrestres en el pasado que habrían contribuido al conocimiento de la astronomía adquiere un especial relieve cuando nos enfrentamos a la Gran Pirámide.
Pasando por alto las numerosas
referencias egipcias a sus «dioses instructores», que merecerían un desarrollo
aparte, los datos suministrados por las medidas de este monumento despejan
cualquier duda en lo que concierne a un conocimiento astronómico y geodésico
absolutamente anacrónico para el que los egiptólogos otorgan a los primitivos
moradores de las riberas del Nilo.
Sencillamente, la tecnología de que disponían
era claramente insuficiente para la obtención de tales datos.
Según los egiptólogos, las primeras tumbas faraónicas conocidas son las de la XI dinastía, es decir, que datan de 2.160 a 2.000 años a.C. Están situadas frente a Karnac, en la llanura de El Taraf, al nordeste del Valle de los Reyes y se abren hacia el oeste, es decir, hacia el Sol poniente.
En consecuencia, las pirámides orientadas al
norte no eran sepulturas, sino templos y, como tales, contenían no sólo la
cultura religiosa sino un conocimiento, adquirido de los dioses, que se plasmó
en forma de datos que relacionaban el monumento con las medidas geodésicas de
nuestro planeta.
Han sido muchos los investigadores que
han comprobado la precisión de estos datos, Jomard, que participó en la
expedición napoleónica, extrajo de Es trabón y de Dio doro Sículo la
información de que la apotema de la Gran Pirámide tenía un estadio de longitud,
es decir, 185,5 metros.
Los autores clásicos afirmaban que un
estadio era la sexcentésima parte de un grado geográfico. Según esto, la
apotema de la pirámide multiplicada por 600 nos daría la longitud de un grado
en Egipto.
Jomard tuvo en cuenta también la
afirmación de Agatárquides de que la largura de cada lado de la base era
idéntica a la longitud de un minuto (cada una de las sesenta partes iguales en
que se divide un grado de círculo) del meridiano terrestre.
Con estos datos se comprueba no sólo el
asombroso conocimiento geodésico del planeta que tenían los egipcios, sino la
premeditada adecuación de las medidas de la pirámide a las del planeta.
Opinión:
Yo
creo en el evolucionista porque tiene
muchas pruebas científicas a favor y me parece mucho más aceptada es que es la
única que está avalada por pruebas tangibles como son los restos fósiles que se
han encontrado a lo largo de los años y que abarca un registro geológico.
Este registro geológico permite ubicar en
tiempo y espacio con una certeza sorprendente a los distintos fósiles humanos y
pre humanos que se han hallado en las excavaciones sobre todo en el África.
Siguiendo
la línea de esos fósiles podemos ver la evolución de varias especies a través
de los años.
En cambio la teoría creacionista (Dios creó al hombre y a la mujer de la nada) no puede ser avalada por ningún registro científico, esta teoría sólo es avalada por la fe en la religión.
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