viernes, 4 de octubre de 2013

Las dos trinidades del cristianismo ortodoxo y occidental


En la lucha por la ortodoxia, la reflexión teológica por una parte y por otra parte las herejías y el desarrollo dogmático que encuentra su expresión más alta en los concilios, llevan, aunque de manera distinta, a pensar en los acontecimientos salvífico-escatológicos, centrados en la muerte-resurrección de Jesús, de forma refleja, en relación con la realidad de Dios en sí mismo.
 La referencia del acontecimiento Cristo a la Trinidad pone de relieve cómo la salvación está ligada al ser eterno de Dios, con lo que se considera a la Trinidad como el misterio principal de la fe, privilegiando las categorías de esencia y de ser aunque llevando a cabo una purificación del lenguaje, que hace pensar no tanto en la helenización como en una des helenización del cristianismo.
Constantinopla (381), por otra, acaban con la herejía que de hecho, en su negatividad, es la ocasión para ilustrar a través del dogma la verdad sobre Dios-Trinidad.
Tanto si la herejía se presenta bajo la forma de monarquianismo dinámico o moda lista, como impregnada de gnosticismo o de dualismo (en el insidioso arrianismo), será siempre un rechazo concreto de la paradoja Jesucristo-Dios y por tanto la paradoja trinitaria.
El hecho de que la herejía no sea capaz de comprender la novedad paradójica del cristianismo, permaneciendo así en una mentalidad más bien racionalista, revela no sólo la dificultad de ponerse de acuerdo en las fórmulas, sino su incapacidad de acoger la.
 Trinidad como un misterio, por eso, es significativo que la respuesta de la ortodoxia comience precisamente por restablecer quién es verdaderamente Jesús en su relación con el Padre, para establecer la divinidad del Espíritu Santo (DS 150) contra aquellos semiarrianos que hacían de él una criatura del Logos y poder así proclamar con el papa Dámaso, en el año 382, que la salvación consiste en creer en la Trinidad.
 (DS 177). Si la ortodoxia nicena fue sostenida sobre todo por Atanasio, que insistió en el significado soteriológico de la consubstancialidad del Hijo con el Padre, Basilio, Gregorio de Nisa y Gregorio de Nacianzo contribuyeron a que el paso de Nicea a Constantinopla se diera bajo el signo de la continuidad. Fueron ellos los que introdujeron los términos de hipóstasis y de ousía, hasta llegar a la formulación: «una substancia, tres hipóstasis» y percibir cómo la divinidad del Espíritu.
El modo occidental de pensar en la Trinidad está determinado más bien por Agustín, y se bifurcará a continuación en dos tendencias: una más bien místico-persona lista (san Bernardo, Ricardo de San Víctor, san Buenaventura) y la otra más intelectualista (san Anselmo, santo Tomás). Si en la especulación oriental las hipóstasis trinitarias son el Dios cristiano, en la especulación latina, que tiene a Agustín como protagonista, Dios es la Trinidad.
 Dios es siempre juntamente Padre, Hijo y Espíritu Santo. Agustín parte de la unidad de Dios, cerrando así el camino al arrianismo, para captar en la unidad la trinidad de las personas, a las que él no ve por otro lado como individuos distintos (¡Dios no es triple, sino Trinidad!). Precisamente para no caer en una concepción autonomista de los Tres de la Trinidad, Agustín prefiere la categoría de relación a la de persona.
     Según él, la relación expresa mejor la comunidad y la unidad en Dios. Además, la búsqueda de las analogías tríadicas que saca Agustín de la estructura del alma humana (memoria, inteligencia, voluntad) hace famosa su explicación trinitaria, a pesar de las limitaciones que advierte el mismo doctor africano.
En efecto, Agustín es consciente de que las tres facultades del alma humana se insertan en una sola persona, mientras que los Tres de la Trinidad son Personas distintas, aunque en la unidad de una sola substancia.
Santo Tomás prosigue en Occidente de forma original la larga onda del influjo agustiniano. Sobre todo en la Summa, en coherencia con el planteamiento del exitus-reditus, parte de Dios en sí mismo con las ventajas evidentes de cerrarse así a todo posible subordinacionismo y triteísmo, proclamando la coeternidad, consubstancialidad e igualdad del Padre, Hijo Y Espíritu Santo. Sirviéndose de la analogía.
Tomás utiliza las categorías de procesiones, relaciones, personas y misiones para ilustrar la Trinidad, el procedimiento de Tomás en la explicación de la doctrina trinitaria se convertirá en norma y punto de referencia imprescindible en la teología posterior. Siempre se tenderá a considerar las categorías mencionadas como el instrumento lógico para explicar de qué manera la trinidad de Dios está de acuerdo con su unidad.
La reflexión de santo Tomás, que escondía sin embargo la fatiga del concepto, quedó absorbida y a menudo esterilizada en parte en una explicación que, una vez asegurada la existencia y la unidad de Dios, deducía la no-repugnancia de la razón frente al misterio trinitario,
Análisis
La Trinidad es el dogma central sobre la naturaleza de Dios de la mayoría de las iglesias. Esta creencia afirma que Dios es un ser único que existe simultáneamente como tres personas distintas La escritura y doctrina cristiana descansa en el monoteísmo (un solo Dios); por lo tanto, esto debía ajustarse con lo que decía la. 
Escritura respecto al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, sin caer en el politeísmo, ni tampoco modificando la Escritura por conveniencia. 


Los teólogos de los primeros siglos del cristianismo elaboraron explicaciones que generaron varias corrientes de pensamiento y una intensa polémica. Esta polémica se acentuó durante el reinado del emperador Constantino, cuando los dirigentes de la Iglesia comenzaron a contar con el apoyo imperial y tuvieron  

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