Las dos trinidades del cristianismo ortodoxo y occidental
En la lucha
por la ortodoxia, la reflexión teológica por una parte y por otra parte las
herejías y el desarrollo dogmático que encuentra su expresión más alta en los
concilios, llevan, aunque de manera distinta, a pensar en los acontecimientos
salvífico-escatológicos, centrados en la muerte-resurrección de Jesús, de forma
refleja, en relación con la realidad de Dios en sí mismo.
La referencia del
acontecimiento Cristo a la Trinidad pone de relieve cómo la salvación está
ligada al ser eterno de Dios, con lo que se considera a la Trinidad como el
misterio principal de la fe, privilegiando las categorías de esencia y de ser
aunque llevando a cabo una purificación del lenguaje, que hace pensar no tanto
en la helenización como en una des helenización del cristianismo.
Constantinopla (381), por otra, acaban con la herejía que de
hecho, en su negatividad, es la ocasión para ilustrar a través del dogma la
verdad sobre Dios-Trinidad.
Tanto si la herejía se presenta bajo la forma de monarquianismo
dinámico o moda lista, como impregnada de gnosticismo o de dualismo (en el
insidioso arrianismo), será siempre un rechazo concreto de la paradoja
Jesucristo-Dios y por tanto la paradoja trinitaria.
El hecho de que la herejía no sea capaz de comprender la novedad
paradójica del cristianismo, permaneciendo así en una mentalidad más bien
racionalista, revela no sólo la dificultad de ponerse de acuerdo en las
fórmulas, sino su incapacidad de acoger la.
Trinidad como un misterio,
por eso, es significativo que la respuesta de la ortodoxia comience
precisamente por restablecer quién es verdaderamente Jesús en su relación con
el Padre, para establecer la divinidad del Espíritu Santo (DS 150) contra
aquellos semiarrianos que hacían de él una criatura del Logos y poder así
proclamar con el papa Dámaso, en el año 382, que la salvación consiste en creer
en la Trinidad.
(DS 177). Si la ortodoxia
nicena fue sostenida sobre todo por Atanasio, que insistió en el significado
soteriológico de la consubstancialidad del Hijo con el Padre, Basilio, Gregorio
de Nisa y Gregorio de Nacianzo contribuyeron a que el paso de Nicea a
Constantinopla se diera bajo el signo de la continuidad. Fueron ellos los que
introdujeron los términos de hipóstasis y de ousía, hasta llegar a la
formulación: «una substancia, tres hipóstasis» y percibir cómo la divinidad del
Espíritu.
El modo
occidental de pensar en la Trinidad está determinado más bien por Agustín, y se
bifurcará a continuación en dos tendencias: una más bien místico-persona lista (san Bernardo, Ricardo de San Víctor, san Buenaventura) y la otra más
intelectualista (san Anselmo, santo Tomás). Si en la especulación oriental las
hipóstasis trinitarias son el Dios cristiano, en la especulación latina, que
tiene a Agustín como protagonista, Dios es la Trinidad.
Dios es siempre juntamente Padre, Hijo y
Espíritu Santo. Agustín parte de la unidad de Dios, cerrando así el camino al
arrianismo, para captar en la unidad la trinidad de las personas, a las que él
no ve por otro lado como individuos distintos (¡Dios no es triple, sino
Trinidad!). Precisamente para no caer en una concepción autonomista de los Tres
de la Trinidad, Agustín prefiere la categoría de relación a la de persona.
Según
él, la relación expresa mejor la comunidad y la unidad en Dios. Además, la
búsqueda de las analogías tríadicas que saca Agustín de la estructura del alma
humana (memoria, inteligencia, voluntad) hace famosa su explicación trinitaria,
a pesar de las limitaciones que advierte el mismo doctor africano.
En efecto, Agustín es consciente de que las tres facultades del
alma humana se insertan en una sola persona, mientras que los Tres de la
Trinidad son Personas distintas, aunque en la unidad de una sola substancia.
Santo Tomás prosigue en Occidente de forma original la larga onda
del influjo agustiniano. Sobre todo en la Summa, en coherencia con el
planteamiento del exitus-reditus, parte de Dios en sí mismo con las ventajas
evidentes de cerrarse así a todo posible subordinacionismo y triteísmo,
proclamando la coeternidad, consubstancialidad e igualdad del Padre, Hijo Y
Espíritu Santo. Sirviéndose de la analogía.
Tomás utiliza las categorías de procesiones, relaciones, personas
y misiones para ilustrar la Trinidad, el procedimiento de Tomás en la
explicación de la doctrina trinitaria se convertirá en norma y punto de
referencia imprescindible en la teología posterior. Siempre se tenderá a
considerar las categorías mencionadas como el instrumento lógico para explicar
de qué manera la trinidad de Dios está de acuerdo con su unidad.
La reflexión de santo Tomás, que escondía sin embargo la fatiga
del concepto, quedó absorbida y a menudo esterilizada en parte en una
explicación que, una vez asegurada la existencia y la unidad de Dios, deducía
la no-repugnancia de la razón frente al misterio trinitario,
Análisis
La Trinidad es el dogma central sobre la naturaleza de Dios de la mayoría de las iglesias. Esta creencia afirma que Dios es un ser único que
existe simultáneamente como tres personas distintas La escritura y doctrina
cristiana descansa en el monoteísmo (un solo Dios); por lo tanto, esto debía
ajustarse con lo que decía la.
Escritura respecto al Padre, al Hijo y al
Espíritu Santo, sin caer en el politeísmo, ni tampoco modificando la Escritura
por conveniencia.
Los teólogos de los primeros siglos del cristianismo elaboraron
explicaciones que generaron varias corrientes de pensamiento y una intensa
polémica. Esta polémica se acentuó durante el reinado del emperador Constantino, cuando los dirigentes
de la Iglesia comenzaron a contar con el apoyo imperial y tuvieron
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