viernes, 23 de agosto de 2013

Como explicar la presencia humana en Corinto Morazán hace diez mil años y el origen del universo.


 
La consideración rigurosamente científica del origen del universo  es un problema relativamente nuevo. Sin embargo, su incorporación al pensamiento humano puede considerarse como muy antigua .Aunque nuestros conocimientos sobre la historia humana oral y escrita tienen menos de 5.000 años, se desprende de distintos datos arqueológicos que el hombre tiene preocupación por el mundo en el que vive y se forma ideas sobre el universo como un todo, desde mucho antes.

 Podemos afirmar que los rastros se pierden en el tiempo Cuando el hombre se hizo agricultor, necesitó escrutar los cielos para regular mejor los períodos de siembra y cosecha y así conseguir mayor eficiencia en su nuevo modo de supervivencia.

 Entonces la observación de la naturaleza, y fundamentalmente del comportamiento cíclico en los movimientos de los cielos, se convirtió en una tarea importante. Esa ocupación le permitió coleccionar durante un par de milenios un conjunto de observaciones, que se acumularon paralelamente a las diferentes teorías que desarrolló para explicarlos.

Estas descripciones teóricas en ningún caso pueden ser consideradas como científicas, ni siquiera aquellas que contienen aciertos descriptivos.

 No son científicas porque faltan varios de los elementos que hoy consideramos básicos para formar ese discurso.

 De cualquier manera, le proporcionaron al hombre una visión de conjunto sobre lo que observaba y en algunos fenómenos claramente recurrentes, le permitieron incluso predecir futuras consecuencias, un objetivo básico de la ciencia actual. No es el caso desarrollar aquí una historia detallada de esos pasos iníciales.

 Las primeras interpretaciones que analizaban las regularidades observadas considerando las “esferas celestes” (homocéntricas) pensadas para ubicar las estrellas “fijas”, y la inclusión de los epiciclos y para explicar los movimientos planetarios, fueron un avance importante en la construcción de una primitiva “ciencia de la totalidad” o “cosmología”.

 Estas cosmologías primitivas se desarrollaron y progresaron en verdaderas escuelas de pensamiento que hoy se recuerdan junto a los nombres de Hiparco, Apolonio, Aristóteles o Claudio Ptolomeo. Los datos experimentales han confirmado que la expansión existe, es acelerada y pocos científicos piensan hoy en la posibilidad de un modelo estacionario para el universo. Por lo cual, la teoría de una regresión final (o “Big - Crunch”) tiene actualmente muy poca aceptación.

La evolución del universo como ha sido descrita (con la relatividad general junto con el “modelo estándar” de partículas elementales), también es aceptada hoy por la mayoría de los científicos y especialistas.

Pero esto no debe hacer pensar que se sabe todo sobre el origen del universo y su futuro. Para estimar su evolución futura, se trabaja sobre prolongaciones analíticas de las teorías actuales.

 En estos casos de proyección a tan largo plazo, se sabe que la ciencia suele describir muy bien los procesos anteriores y la probable continuación de los mismos. Pero poco puede decir la ciencia frente a la posibilidad de nuevos fenómenos emergentes, nuevos descubrimientos o resultados inesperados en la observación, una situación que ha sido normal en su historia.

 Por ejemplo, hoy se piensa que la mayor parte de la materia que forma el universo es “materia oscura”, de la cual no se sabe nada. Tampoco se sabe nada de la energía oscura, aunque no faltan teorías para todos estos casos.

Sí sabemos, “a ciencia cierta”, que el universo visible se expande y se enfría, y que algunas etapas de la gran explosión inicial tienen una verificación experimental muy firme. El resto, como ya se dijo, por ahora son especulaciones.

 La Cueva del Espíritu Santo fue ocupado por pueblos paleo indio durante el periodo paleo indio, es el primer lugar de evidencia humana en El Salvador.

Fue ocupado nuevamente por los lencas desde el preclásico medio (aprox. 900 - 400 a. C.) hasta el posclásico (aprox. 900 - 1540 d. C.), convirtiéndose en un sitio importante cultural y religiosamente; formándola parte de sus leyendas y tradiciones como el lugar de donde partieron los antepasados de Balam Colop (el cual es mencionado en el Popol vuh) el cual es según las leyendas y tradiciones el padre de todos los lencas.

El estilo de las pinturas de Corinto se parece mucho al del paleolítico sudamerico Algunas de las figuras son de gran tamaño, y otras no más grandes que la palma de una mano, se encuentran a veces a varios metros de altura. En su gran mayoría son representaciones humanas, algunas de ellas llevan grandes penachos en la cabeza. 

También se encuentran manos dibujadas casi siempre de adultos, probablemente masculinos. Existen escasas representaciones de animales esencialmente de aves y dos figuras serpentinas. También algunas figuras que podrían representar unas plantas.

 La mayoría de representaciones son pintadas en rojo. Algunas están pintadas en amarillo o negro, otras están grabadas y unas pocas combinan las dos técnicas: grabado y pintura. Los colorantes utilizados son probablemente de origen mineral: ocres rojos y amarillos, o vegetal: madera carbonizada para el color negro.

opinon

En ninguna parte de la Biblia dice que la tierra tiene 6000 años. La misma Biblia dice que para Dios un día es como mil años, y mil años son como en día.

Cuando en el Génesis habla de seis días de creación, no se refiere a días solares de 24 horas, como los conocemos nosotros, sino que en el idioma original hebreo, la palabra usada, y mal traducida por "día", tiene una significación de: "tiempo", "etapa", "período", "era". Lo que quiere indicar que son siete etapas, siete instancias.

Cada una de estas etapas, o períodos, pudo durar miles y millones de años solares en llevarse a cabo. Por lo tanto es de esa forma que podemos decir que en, Corinto Morazán. Ya existía humanidad hace diez mil años.   

Lo que sí debemos rescatar de esta forma poética del relato, es que enseña una cuestión práctica; con esta poesía enseñó a la humanidad el ritmo de trabajo de seis días y uno de descanso. Los científicos comprobaron que este es el ritmo perfecto para el ser humano, trabajar seis días y descansar uno. También es beneficioso para la tierra, cultivarla seis años y dejarla descansar uno.  


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